Consideremos un juego de "trile"
como en el que hay en algunos carnavales. Para el que no lo conozca
se trata de un juego que se realiza con tres cubetas y una bolita, el
objetivo del juego es que la víctima o jugador adivine debajo de qué
cubilete se encuentra la pelotica; que son sorteadas por el trilero.
En teoría parece un juego justo, aún si pierdes el rastro de la bolita;
puedes intentar adivinar en donde se encuentra, y tienes una probabilidad
entre tres de ganar. De todas formas, si pierdes no pierdes mucho, casi
nunca se apuestan grandes sumas en estos juegos de carnaval.
Pero... ¿que tal si el juego fuera
diferente? ¿Qué tal si en ves de tres cubetas fueran cientos de ellas?
¿Y si el trilero las moviera suficientemente rápido? Las probabilidades
de ganar serían casi cero. ¿Y que tal si las apuestas fueran mayores?
¿Qué tal si estuvieses apostando un millón de dolares? Muy pocas
personas estarían dispuestas a participar, pero ¿Qué tal si la participación
no fuera voluntaria? ¿Qué tal si fueras arrastrado por los empleados
de la feria, y te forzaran a apostar un millón de dólares de tu bolsillo?
Todos estaríamos de acuerdo en que este sería un juego bastante injusto.
Los hechos son estos: Hay literalmente cientos de religiones. Miles
si consideramos las religiones extintas y las pequeñas sectas. Algunas
son muy parecidas, hasta el punto que tienen el mismo libro sagrado
y difieren solo en algunas cuestiones de interpretación. Otras son
muy distintas, hasta el punto en que no se ponen de acuerdo en si hay
uno o varios dioses.
A pesar de sus diferencias, todas las religiones abordan terreno común.
Todas ellas implican la creencia en uno o más dioses u otros seres
sobrenaturales (este punto es discutible con respecto a algunas variantes
del budismo y el taoísmo, hasta el punto en que dichos sistemas de
creencias puedan considerarse religiones). Todas abordan de alguna manera
la cuestión de lo que sucede después de la muerte. Todas ellas establecen
varias normas de conducta que deben seguir sus fieles, y especifican
a si mismo las consecuencias de romper dichas reglas. Las consecuencias
exactas varían de religión a religión, por supuesto; pero como regla
general, no son deseables: Muchas religiones orientales afirman que
quienes cometen actos malos renacerán en una casta social inferior,
o incluso en una forma de vida sub-humana, donde se verán obligados
a trabajar para compensar el mal karma de su vida pasada. Los budistas
por lo general creen que aquellos que no logran extinguir las tres llamas
del odio, la codicia y la ignorancia seguirán estando atados a la rueda
de múltiples reencarnaciones, atrapados para siempre en una vida llena
de frustración y sufrimiento. Sin embargo, estos destinos resultan
casi agradables en comparación con el castigo que les aguarda a los
pecadores según varias religiones occidentales - ir a parar a un infierno
en donde las almas de los condenados y serán atormentadas cruelmente
por toda la eternidad, con ninguna esperanza de liberarse.
De las miles de religiones en el mundo, algunas deben de estar en lo
correcto y otras no, sencillamente porque todas ellas hacen afirmaciones
contradictorias relativas a la naturaleza de Dios, el camino a la salvación,
la naturaleza del más allá, etc. Nadie es miembro de más de una religión.
Como señalé anteriormente, cada religión establece normas de comportamiento,
por lo general acompañadas con amenazas de castigo por romper dichas
reglas. Por último, y más importante aún, un gran número de religiones
sostienen que el mero hecho de no creer en ellas implica un pecado de
por sí. Algunas sectas cristianas protestantes, por ejemplo, creen
que las únicas personas que pueden salvarse serán aquellos que se
arrepientan y acepten a Jesucristo en su corazón, reconociendo específicamente
su deidad y rechazando todas las otras religiones. Muchas denominaciones
del cristianismo sostienen que, sin excepción, quien no sea cristiano
esta irremediablemente condenado.
A estas alturas el punto debería ser claro: La religión es un juego
de trile cósmico
Si cualquiera de las muchas variantes del teísmo es cierto, entonces
el universo es algo así como un carnaval en el que se lleva a cabo
un importante juego de azar, uno en el que Dios es el trilero esconde
la "bolita" de la verdadera religión bajo uno de miles de recipientes
idénticos. La recompensa para el que vaya dar con la verdadera religión
de entre la multitud es una eternidad de gozo y felicidad; pero el mero
hecho de equivocarse al hacerlo trae consigo una eternidad de dolor
y sufrimiento. Peor aún, nuestra participación en el juego no es voluntaria.
Esto, por decirlo suavemente, es monstruosamente injusto.
¿Cómo podríamos hacer esa determinación? ¿Es justo pretender que
todo el mundo vea a través de esa maraña de creencias y llegue a la
religión correcta? La diversidad de creencias, credos y cultos a tomar
en cuenta es realmente monumental para cualquiera que pretenda considerarlos.
Están los politeístas y animistas que creen en decenas, cientos, o
incluso miles de dioses, están los estrictos monoteístas que creen
en un único dios; y están los cristianos trinitarios que creen en
algo en el medio. Hay panteístas y que creen que el universo mismo
es Dios; paganos que creen que ciertos objetos del universo son dioses,
y deístas que creen en un Dios trascendente completamente separado
del universo.Hay religiones que les conceden a los humanos libre
albedrío, y otras que abogan por la predestinación. Unos predican
la necesidad de salvación mediante buenas obras y obediencia a la tradición,
mientras que otros sostienen que la redención sólo viene a través
de un único acto de fe. Hay religiones que creen en la infalibilidad
de su libro sagrado y en la necesidad de estudiarlo a fondo y poner
en práctica sus enseñanzas, mientras que otras creen que el lenguaje
humano es sólo un impedimento incapaz de aprehender o transmitir la
esencia de la verdad absoluta. Hay religiones que predican el amor,
la caridad y la compasión; y aquellas que promueven el odio, la división
y el derramamiento de sangre. Hay credos tan lúcidos y racionales que
creer en ellos es apenas diferente de no creer en absoluto, y hay cultos
cuyas creencias y prácticas son completamente bizarras, con teologías
que se asemejan a alucinaciones, sueños, o malas películas de ficción.
Por supuesto, no todas las religiones son completamente distintas. Sin
embargo, estas similitudes a menudo sirven únicamente para acentuar
sus diferencias. Por ejemplo, hay religiones que afirman creer en el
mismo dios y utilizan exactamente el mismo libro sagrado; pero a pesar
de que sólo difieren en algunos detalles de interpretación los miembros
de cada uno de ellas afirman que los otros están irremediablemente
condenados. Hay religiones que afirman ser algo así como versiones
actualizadas de religiones anteriores, mientras que las originales sostienen
que siguen estando vigentes y denuncian enérgicamente a sus sucesores
como charlatanes. También hay religiones cuyas historias son tan similares
que alguna debe haber sido copiada de la otra, pero es imposible ponerse
de acuerdo en quien copio de quien.
¿Y por qué limitarnos a las religiones actuales? Es posible que la
verdadera sea una religión extinta. Tampoco podemos descartar religiones
solo porque no tienen muchos seguidores, o porque son demasiado nuevas,
o demasiado antiguas. Específicamente, no podemos utilizar nuestro
estándar personal de lo que es demasiado extraño para ser verdad
(la mayoría de veces resultará siendo un criterio subjetivo). Todas
estas cosas son lógicamente irrelevantes a la hora de determinar la
verdad de algún sistema de creencias, y una persona objetiva que desee
llegar a la verdad debe comenzar con la hipótesis nula que todas las
religiones tienen igual probabilidad de estar en lo correcto. Sólo
entonces podemos empezar a eliminar las posibilidades mediante un cuidadoso
examen de las pruebas.
Sin embargo, hay un problema inevitable con el que se encontrará cualquiera
que pretenda evaluar las religiones de esta forma. Ninguna religión
puede ser demostrada o refutada del todo apelando únicamente a las
pruebas. Todos, o al menos la mayoría de los creyentes estarían de
acuerdo en que, no importa que tan fuerte sea la evidencia, al final
uno siempre tiene que dar un salto de fe; y que las pruebas pueden ofrecer
probabilidades pero nunca ofrecerán absoluta certeza. De otro
modo, la religión no sería religión, sino ciencia.
Si esto es así, entonces se sigue que nunca podremos refutar completamente
una religión hasta el punto de eliminarla de las posibilidades a considerar.
Algunas religiones pueden estar menos apoyadas por las pruebas y requerir
un salto de fe mayor que otras, pero todas tendrían cierta probabilidad
de ser ciertas independientemente de las pruebas a favor o en contra
de las mismas. Hipótesis infalsables siempre podrían ser invocadas
para explicar la ausencia de evidencias o racionalizar cualquier evidencia
contraria. Los creyentes de cualquier religión podrían decir incluso
que su dios particular quiso plantar evidencia contraria para probar
nuestra fe, o por razones que la mente humana no puede comprender. Muchas
religiones ni siquiera intentan ofrecer pruebas a favor de sus afirmaciones,
sino que postulan simplemente la existencia de un mundo más allá de
nuestra experiencia cuya existencia debe ser aceptada por fe.
Por lo tanto, cualquier esfuerzo para determinar racionalmente cuál
es la religión verdadera está condenado antes de que empiece. Los
estándares y metodología empleados en la ciencia serán bloqueados
por una barrera de apelación a la fe, y un buscador de la verdad se
verá irremediablemente atrapado en medio de un pantano de confusión
religiosa. Incluso si de alguna manera lográramos superar la barrera
de la fe - incluso si realmente hubiera una forma de determinar objetivamente
cuales religiones son verdaderas y cuales falsas - ¿Qué garantía
tenemos de nos quedaría algo al final? Podemos seccionar metódicamente
la maraña de falsas religiones sólo para encontrarnos con que acabamos
de eliminar todas de ellas! En ese caso, la "religión" verdadera
sería el ateísmo. No todas las religiones pueden estar en lo correcto,
pero si que pueden estar equivocadas.
Ninguna religión es diferente de todas los demás. Ninguna creencia
destaca entre la multitud. ¿Cómo podemos siquiera comenzar a buscar
a través de este lío? Es sencillamente imposible. Incluso si nos limitamos
a las religiones que afirmar estar apoyadas por los hechos, nos llevaría
toda una vida de estudio el hacer un análisis exhaustivo de dichas
pruebas. Es simplemente demasiado pedir a los seres humanos con una
esperanza de vida de decenas de años que lleguen a la decisión correcta.
Hay demasiadas opciones, demasiada confusión, demasiadas religiones
contradictorias, y muy pocas formas de discriminar entre ellas. Sus
similitudes son tan afines, y sus diferencias tan dispares, que no existe
ninguna razón para escoger una a priori sobre todas las demás. Cualquier
persona que se convierte a una religión está haciendo algo más que
una adivinación.
Esta es la razón por la que los seguidores de cualquier religión deberían
sentirse confusos y desesperados. Al igual que el desafortunado jugador
que pierde completamente la pista de la bolita y debe escoger un recipiente
al azar, la mayoría de los creyentes se ven obligados a tomar una decisión
basada en puras conjeturas (o en la religión de crianza, o un deseo
de pertenecer a la comunidad, o cualquiera de un centenar de otras razones
que resultan lógicamente irrelevantes sobre la verdad de una
creencia determinada). Pero si se trata de una decisión equivocada,
bien podría costarles su alma inmortal. ¿Cómo puede una persona normal
vivir con la amenaza del castigo eterno cerniéndose constantemente
sobre su cabeza? ¿Cómo pueden los creyentes no vivir asediados por
la duda? ¿Por qué no se preocupan de haber escogido mal y de alejarse
cada día más de la religión verdadera? (Como Homero Simpson dijo
una vez: "¿Qué tal si elegimos la religión equivocada? Cada
vez que vaya a la iglesia estaríamos haciendo enojar más y más a
Dios.")
Por supuesto, estoy consciente de que muy pocos creyentes se sienten
de esta manera. De hecho, suelen ser menos propensos a la duda y el
escepticismo que los mismos ateos. Rara vez se preocupan de haber elegido
mal y por lo general confían implícitamente en sus líderes religiosos,
incluso si no conocen pruebas o argumentos que la apoyen. Esta aparente
contradicción sólo puede explicarse por el efecto de la disonancia
cognitiva llamada fe. Pero no hay error en afirmar que la fe es la única
razón por la cual muchas personas pertenecen a una religión en vez
de otra - y esto sin duda alguna no es una razón bastante buena, teniendo
en cuenta que cada religión tiene sus fanáticos y fundamentalistas
que creen tan fervientemente que los fanáticos de las demás religiones.
La fe, especialmente la fe ciega, es algo puramente subjetivo; y esto
no es manera de hacer una elección tan importante. La fe nos puede
ayudar a creer, pero no puede decirnos que creer.
Sin embargo, el argumento de confusión religiosa hace más que socavar
las base de las creencias teístas - pone en duda la existencia de
Dios mismo. ¿Por qué, si Dios existe, es tan difícil para las personas
a encontrar la verdadera entre tantas falsas religiones? ¿Por qué
habría de esconderse a sí mismo en una selva tan salvaje de cultos
y creencias? Además de eso, el mundo nos muestra que en determinadas
áreas existen determinadas religiones mayoritarias, y estadísticamente
hablando, lo más probable es que una persona cualquiera termine perteneciendo
a la religión mayoritaria de su lugar de origen. Esto quiere decir
que una persona que nace en un lugar "equivocado" tiene menos probabilidad
de llegar a la religión verdadera, y por lo tanto sus posibilidades
de salvarse dependen fuertemente de algo aleatorio como nuestro lugar
de nacimiento. ¿Por qué permite Dios que las personas que han
nacido en lugares gobernados por falsas religiones estén en tan enorme
desventaja para llegar a la verdad? ("El argumento de Localidad"
expone este punto más a fondo.) Resulta bastante injusto un dios que
camufle el camino a la salvación y, a continuación, exija que todos
los seres humanos superen esta gran jungla de la confusión religiosa
y elijan correctamente: esto parece más una broma cruel que el plan
de un dios benevolente. Si Dios no existe, y las religiones no son más
que invenciones humanas, nuestra situación es perfectamente comprensible.
Pero un dios de carnaval que sortea la verdad bajo cientos de cubiletes
¿Es esto lo que debemos de creer? ¿No hay alguna otra opción? ¿Debemos
participar en este juego de azar cósmico?
Pues si, si hay opción, y no, no tenemos que participar. Podemos retirarnos
del juego por completo. Podemos ponernos de pie y hacer caso omiso de
los gritos del trilero que prometen recompensas inimaginables si tan
solo podemos ganar. Podemos empezar de nuevo, viviendo una vida llena
de promesas y liberada de los miedos y las supersticiones del pasado.
Podemos aprovechar la vida al máximo, y vivirla llenos de asombro y
admiración por el cosmos. Podemos apreciar en el mundo en toda su belleza,
agradecidos por el milagro natural de la vida y la conciencia que nos
permiten apreciar nuestro lugar en el universo. Este es el verdadero
significado de ateísmo.