Un juego de trile cósmico
El argumento de confusión religiosa

En un mundo de oscuridad, soy un mensajero.

Cuando miro alrededor, me veo rodeado de confusión e incertidumbre, un mundo en donde la mayoría de las personas viven sus vidas plagadas por la angustia. Desde el nacimiento hasta la muerte, la mayoría de los humanos siempre están ansiosos, nunca satisfechos, siempre buscando y luchando por algo más. Pero yo sé qué es lo que buscan. Una vez fui como ellos, pero luego me encontré a mí mismo - y encontré la paz. Ahora he vuelto a difundir esta buena notica, a liberar a los humanos con el mensaje que he recibido.

No pretendo ser alguien especial - sólo un ser humano que ha descubierto otro camino, un mejor camino. Un camino superior, libre de las tinieblas en las que están sumidas la mayor parte de la humanidad. Es el camino que todas las personas buscan de forma inconsciente. Basta con mirarlos, cada día hundiéndose más en la miseria. ¿Cómo pueden soportarlo? La desesperación, la desolación, la desesperanza - es o es más de lo que alguien debería tener que soportar. Mi corazón se apena por esas pobres almas. Todo lo que quiero es iluminar a la verdad, liberarlos de sus cárceles auto-impuestas; quiero abrir sus ojos.

Pero no quieren escucharme. Por increíble que parezca, prefieren permanecer atrapados en la oscuridad que han creado para sí mismos, no importa lo miserables y deprimidos que se sientan. Ellos no pueden cambiar de opinión porque son demasiado orgullosos, demasiado tercos, para admitir que se equivocaron.

Es una verdadera lástima, de verdad. Realmente lo siento por los creyentes.

A modo de advertencia, los párrafos anteriores son sólo para efecto retórico. Soy perfectamente consciente de que la mayoría de los creyentes no se sienten de esta manera.

Pero la cosa es que, así debería ser.

Sin duda no encontraremos muchos ateos que tomen una posición tan curiosa. Después de todo, este argumento es utilizado casi siempre al revés, en contra de los ateos de parte de los creyentes. Según muchos de ellos, nosotros somos las personas perdidas en la oscuridad o hundidas en la miseria, padecemos desolación y desesperanza, y nos vemos encerrados en prisiones auto-impuestaso cegados por prejuicios materialistas- o por lo menos, así deberíamos sentirnos; ya que o bien no conocemos el amor de Dios, o lo conocemos pero lo rechazamos por cuestiones de orgullo u obstinación.

Esto no es cierto, por supuesto. De hecho, como un ateo, considero que mi vida está llena de luz, libertad y esperanza - así es como he elegido vivir. Igualmente, estoy perfectamente satisfecho con la gente que quiero, aquellos que realmente se dan a conocer y están dispuestos a ayudarme cuando lo necesito. Nunca he requerido del amor indiferente de una deidad invisible, ni tengo necesidad de encontrarlo. Los creyentes que sostienen lo contrario están utilizando un argumento de que es lógicamente defectuoso de por si: un ejemplo de proyección psicológica. Aquellos que emplean este argumento son simplemente demasiado cerrados de mente para aceptar la idea de que hay alguien que realmente no creen en Dios - una falta de creencia honesta amenaza su cosmovisión, porque plantea la intolerable posibilidad de que podrían estar equivocados. Por lo tanto, no es sorprendente que la mayoría de las "explicaciones" creyentes de porque hay personas que no creen no sean más que especulaciones prejuiciosas. Sin embargo, a los ateos, libres de las ilusiones religiosas, no nos sucede lo mismo. Pero hay una muy buena razón por la cual todo aquel que cree en una deidad debería sentirse de la manera descrita al principio de este artículo..

Consideremos un juego de "trile" como en el que hay en algunos carnavales. Para el que no lo conozca se trata de un juego que se realiza con tres cubetas y una bolita, el objetivo del juego es que la víctima o jugador adivine debajo de qué cubilete se encuentra la pelotica; que son sorteadas por el trilero.

En teoría parece un juego justo, aún si pierdes el rastro de la bolita; puedes intentar adivinar en donde se encuentra, y tienes una probabilidad entre tres de ganar. De todas formas, si pierdes no pierdes mucho, casi nunca se apuestan grandes sumas en estos juegos de carnaval.

Pero... ¿que tal si el juego fuera diferente? ¿Qué tal si en ves de tres cubetas fueran cientos de ellas? ¿Y si el trilero las moviera suficientemente rápido? Las probabilidades de ganar serían casi cero. ¿Y que tal si las apuestas fueran mayores? ¿Qué tal si estuvieses apostando un millón de dolares? Muy pocas personas estarían dispuestas a participar, pero ¿Qué tal si la participación no fuera voluntaria? ¿Qué tal si fueras arrastrado por los empleados de la feria, y te forzaran a apostar un millón de dólares de tu bolsillo? Todos estaríamos de acuerdo en que este sería un juego bastante injusto.

Los hechos son estos: Hay literalmente cientos de religiones. Miles si consideramos las religiones extintas y las pequeñas sectas. Algunas son muy parecidas, hasta el punto que tienen el mismo libro sagrado y difieren solo en algunas cuestiones de interpretación. Otras son muy distintas, hasta el punto en que no se ponen de acuerdo en si hay uno o varios dioses.

A pesar de sus diferencias, todas las religiones abordan terreno común. Todas ellas implican la creencia en uno o más dioses u otros seres sobrenaturales (este punto es discutible con respecto a algunas variantes del budismo y el taoísmo, hasta el punto en que dichos sistemas de creencias puedan considerarse religiones). Todas abordan de alguna manera la cuestión de lo que sucede después de la muerte. Todas ellas establecen varias normas de conducta que deben seguir sus fieles, y especifican a si mismo las consecuencias de romper dichas reglas. Las consecuencias exactas varían de religión a religión, por supuesto; pero como regla general, no son deseables: Muchas religiones orientales afirman que quienes cometen actos malos renacerán en una casta social inferior, o incluso en una forma de vida sub-humana, donde se verán obligados a trabajar para compensar el mal karma de su vida pasada. Los budistas por lo general creen que aquellos que no logran extinguir las tres llamas del odio, la codicia y la ignorancia seguirán estando atados a la rueda de múltiples reencarnaciones, atrapados para siempre en una vida llena de frustración y sufrimiento. Sin embargo, estos destinos resultan casi agradables en comparación con el castigo que les aguarda a los pecadores según varias religiones occidentales - ir a parar a un infierno en donde las almas de los condenados y serán atormentadas cruelmente por toda la eternidad, con ninguna esperanza de liberarse.

De las miles de religiones en el mundo, algunas deben de estar en lo correcto y otras no, sencillamente porque todas ellas hacen afirmaciones contradictorias relativas a la naturaleza de Dios, el camino a la salvación, la naturaleza del más allá, etc. Nadie es miembro de más de una religión. Como señalé anteriormente, cada religión establece normas de comportamiento, por lo general acompañadas con amenazas de castigo por romper dichas reglas. Por último, y más importante aún, un gran número de religiones sostienen que el mero hecho de no creer en ellas implica un pecado de por sí. Algunas sectas cristianas protestantes, por ejemplo, creen que las únicas personas que pueden salvarse serán aquellos que se arrepientan y acepten a Jesucristo en su corazón, reconociendo específicamente su deidad y rechazando todas las otras religiones. Muchas denominaciones del cristianismo sostienen que, sin excepción, quien no sea cristiano esta irremediablemente condenado.

A estas alturas el punto debería ser claro: La religión es un juego de trile cósmico

Si cualquiera de las muchas variantes del teísmo es cierto, entonces el universo es algo así como un carnaval en el que se lleva a cabo un importante juego de azar, uno en el que Dios es el trilero esconde la "bolita" de la verdadera religión bajo uno de miles de recipientes idénticos. La recompensa para el que vaya dar con la verdadera religión de entre la multitud es una eternidad de gozo y felicidad; pero el mero hecho de equivocarse al hacerlo trae consigo una eternidad de dolor y sufrimiento. Peor aún, nuestra participación en el juego no es voluntaria. Esto, por decirlo suavemente, es monstruosamente injusto.

¿Cómo podríamos hacer esa determinación? ¿Es justo pretender que todo el mundo vea a través de esa maraña de creencias y llegue a la religión correcta? La diversidad de creencias, credos y cultos a tomar en cuenta es realmente monumental para cualquiera que pretenda considerarlos. Están los politeístas y animistas que creen en decenas, cientos, o incluso miles de dioses, están los estrictos monoteístas que creen en un único dios; y están los cristianos trinitarios que creen en algo en el medio. Hay panteístas y que creen que el universo mismo es Dios; paganos que creen que ciertos objetos del universo son dioses, y deístas que creen en un Dios trascendente completamente separado del universo.Hay religiones que les conceden a los humanos libre albedrío, y otras que abogan por la predestinación. Unos predican la necesidad de salvación mediante buenas obras y obediencia a la tradición, mientras que otros sostienen que la redención sólo viene a través de un único acto de fe. Hay religiones que creen en la infalibilidad de su libro sagrado y en la necesidad de estudiarlo a fondo y poner en práctica sus enseñanzas, mientras que otras creen que el lenguaje humano es sólo un impedimento incapaz de aprehender o transmitir la esencia de la verdad absoluta. Hay religiones que predican el amor, la caridad y la compasión; y aquellas que promueven el odio, la división y el derramamiento de sangre. Hay credos tan lúcidos y racionales que creer en ellos es apenas diferente de no creer en absoluto, y hay cultos cuyas creencias y prácticas son completamente bizarras, con teologías que se asemejan a alucinaciones, sueños, o malas películas de ficción.

Por supuesto, no todas las religiones son completamente distintas. Sin embargo, estas similitudes a menudo sirven únicamente para acentuar sus diferencias. Por ejemplo, hay religiones que afirman creer en el mismo dios y utilizan exactamente el mismo libro sagrado; pero a pesar de que sólo difieren en algunos detalles de interpretación los miembros de cada uno de ellas afirman que los otros están irremediablemente condenados. Hay religiones que afirman ser algo así como versiones actualizadas de religiones anteriores, mientras que las originales sostienen que siguen estando vigentes y denuncian enérgicamente a sus sucesores como charlatanes. También hay religiones cuyas historias son tan similares que alguna debe haber sido copiada de la otra, pero es imposible ponerse de acuerdo en quien copio de quien.

¿Y por qué limitarnos a las religiones actuales? Es posible que la verdadera sea una religión extinta. Tampoco podemos descartar religiones solo porque no tienen muchos seguidores, o porque son demasiado nuevas, o demasiado antiguas. Específicamente, no podemos utilizar nuestro estándar personal de lo que es demasiado extraño para ser verdad (la mayoría de veces resultará siendo un criterio subjetivo). Todas estas cosas son lógicamente irrelevantes a la hora de determinar la verdad de algún sistema de creencias, y una persona objetiva que desee llegar a la verdad debe comenzar con la hipótesis nula que todas las religiones tienen igual probabilidad de estar en lo correcto. Sólo entonces podemos empezar a eliminar las posibilidades mediante un cuidadoso examen de las pruebas.

Sin embargo, hay un problema inevitable con el que se encontrará cualquiera que pretenda evaluar las religiones de esta forma. Ninguna religión puede ser demostrada o refutada del todo apelando únicamente a las pruebas. Todos, o al menos la mayoría de los creyentes estarían de acuerdo en que, no importa que tan fuerte sea la evidencia, al final uno siempre tiene que dar un salto de fe; y que las pruebas pueden ofrecer probabilidades pero nunca ofrecerán absoluta certeza. De otro modo, la religión no sería religión, sino ciencia.

Si esto es así, entonces se sigue que nunca podremos refutar completamente una religión hasta el punto de eliminarla de las posibilidades a considerar. Algunas religiones pueden estar menos apoyadas por las pruebas y requerir un salto de fe mayor que otras, pero todas tendrían cierta probabilidad de ser ciertas independientemente de las pruebas a favor o en contra de las mismas. Hipótesis infalsables siempre podrían ser invocadas para explicar la ausencia de evidencias o racionalizar cualquier evidencia contraria. Los creyentes de cualquier religión podrían decir incluso que su dios particular quiso plantar evidencia contraria para probar nuestra fe, o por razones que la mente humana no puede comprender. Muchas religiones ni siquiera intentan ofrecer pruebas a favor de sus afirmaciones, sino que postulan simplemente la existencia de un mundo más allá de nuestra experiencia cuya existencia debe ser aceptada por fe.

Por lo tanto, cualquier esfuerzo para determinar racionalmente cuál es la religión verdadera está condenado antes de que empiece. Los estándares y metodología empleados en la ciencia serán bloqueados por una barrera de apelación a la fe, y un buscador de la verdad se verá irremediablemente atrapado en medio de un pantano de confusión religiosa. Incluso si de alguna manera lográramos superar la barrera de la fe - incluso si realmente hubiera una forma de determinar objetivamente cuales religiones son verdaderas y cuales falsas - ¿Qué garantía tenemos de nos quedaría algo al final? Podemos seccionar metódicamente la maraña de falsas religiones sólo para encontrarnos con que acabamos de eliminar todas de ellas! En ese caso, la "religión" verdadera sería el ateísmo. No todas las religiones pueden estar en lo correcto, pero si que pueden estar equivocadas.

Ninguna religión es diferente de todas los demás. Ninguna creencia destaca entre la multitud. ¿Cómo podemos siquiera comenzar a buscar a través de este lío? Es sencillamente imposible. Incluso si nos limitamos a las religiones que afirmar estar apoyadas por los hechos, nos llevaría toda una vida de estudio el hacer un análisis exhaustivo de dichas pruebas. Es simplemente demasiado pedir a los seres humanos con una esperanza de vida de decenas de años que lleguen a la decisión correcta. Hay demasiadas opciones, demasiada confusión, demasiadas religiones contradictorias, y muy pocas formas de discriminar entre ellas. Sus similitudes son tan afines, y sus diferencias tan dispares, que no existe ninguna razón para escoger una a priori sobre todas las demás. Cualquier persona que se convierte a una religión está haciendo algo más que una adivinación.

Esta es la razón por la que los seguidores de cualquier religión deberían sentirse confusos y desesperados. Al igual que el desafortunado jugador que pierde completamente la pista de la bolita y debe escoger un recipiente al azar, la mayoría de los creyentes se ven obligados a tomar una decisión basada en puras conjeturas (o en la religión de crianza, o un deseo de pertenecer a la comunidad, o cualquiera de un centenar de otras razones que resultan lógicamente irrelevantes sobre la verdad de una creencia determinada). Pero si se trata de una decisión equivocada, bien podría costarles su alma inmortal. ¿Cómo puede una persona normal vivir con la amenaza del castigo eterno cerniéndose constantemente sobre su cabeza? ¿Cómo pueden los creyentes no vivir asediados por la duda? ¿Por qué no se preocupan de haber escogido mal y de alejarse cada día más de la religión verdadera? (Como Homero Simpson dijo una vez: "¿Qué tal si elegimos la religión equivocada? Cada vez que vaya a la iglesia estaríamos haciendo enojar más y más a Dios.")

Por supuesto, estoy consciente de que muy pocos creyentes se sienten de esta manera. De hecho, suelen ser menos propensos a la duda y el escepticismo que los mismos ateos. Rara vez se preocupan de haber elegido mal y por lo general confían implícitamente en sus líderes religiosos, incluso si no conocen pruebas o argumentos que la apoyen. Esta aparente contradicción sólo puede explicarse por el efecto de la disonancia cognitiva llamada fe. Pero no hay error en afirmar que la fe es la única razón por la cual muchas personas pertenecen a una religión en vez de otra - y esto sin duda alguna no es una razón bastante buena, teniendo en cuenta que cada religión tiene sus fanáticos y fundamentalistas que creen tan fervientemente que los fanáticos de las demás religiones. La fe, especialmente la fe ciega, es algo puramente subjetivo; y esto no es manera de hacer una elección tan importante. La fe nos puede ayudar a creer, pero no puede decirnos que creer.

Sin embargo, el argumento de confusión religiosa hace más que socavar las base de las creencias teístas - pone en duda la existencia de Dios mismo. ¿Por qué, si Dios existe, es tan difícil para las personas a encontrar la verdadera entre tantas falsas religiones? ¿Por qué habría de esconderse a sí mismo en una selva tan salvaje de cultos y creencias? Además de eso, el mundo nos muestra que en determinadas áreas existen determinadas religiones mayoritarias, y estadísticamente hablando, lo más probable es que una persona cualquiera termine perteneciendo a la religión mayoritaria de su lugar de origen. Esto quiere decir que una persona que nace en un lugar "equivocado" tiene menos probabilidad de llegar a la religión verdadera, y por lo tanto sus posibilidades de salvarse dependen fuertemente de algo aleatorio como nuestro lugar de nacimiento. ¿Por qué permite Dios que las personas que han nacido en lugares gobernados por falsas religiones estén en tan enorme desventaja para llegar a la verdad? ("El argumento de Localidad" expone este punto más a fondo.) Resulta bastante injusto un dios que camufle el camino a la salvación y, a continuación, exija que todos los seres humanos superen esta gran jungla de la confusión religiosa y elijan correctamente: esto parece más una broma cruel que el plan de un dios benevolente. Si Dios no existe, y las religiones no son más que invenciones humanas, nuestra situación es perfectamente comprensible. Pero un dios de carnaval que sortea la verdad bajo cientos de cubiletes ¿Es esto lo que debemos de creer? ¿No hay alguna otra opción? ¿Debemos participar en este juego de azar cósmico?

Pues si, si hay opción, y no, no tenemos que participar. Podemos retirarnos del juego por completo. Podemos ponernos de pie y hacer caso omiso de los gritos del trilero que prometen recompensas inimaginables si tan solo podemos ganar. Podemos empezar de nuevo, viviendo una vida llena de promesas y liberada de los miedos y las supersticiones del pasado. Podemos aprovechar la vida al máximo, y vivirla llenos de asombro y admiración por el cosmos. Podemos apreciar en el mundo en toda su belleza, agradecidos por el milagro natural de la vida y la conciencia que nos permiten apreciar nuestro lugar en el universo. Este es el verdadero significado de ateísmo.

Traducción de Juan Felipe